Una vez esbozado la estructura del arco y definida la inclusión de la cartela, le toca el turno al ático del retablo, con forma semicircular. Dicha forma me inspira para hacer alusión a la bóveda celeste e incluir una representación de Dios Padre, como ya apunté en la entrega anterior, y tocaba darle forma a esa representación y su enmarcamiento, dándole forma y estructurando el ático. En los bocetos de arriba se contemplan dos primeras opciones estudiadas; un enmarcamiento plano, más cercano a lo que finalmente se plasmó, y otro con columnas y entablamentos, desechado por prestar protagonismo a los otros dos órdenes arquitectónicos que enmarcan la imagen del Cristo.
En este bosquejo se funden ya los primeros apuntes y se va definiendo casi definitivamente lo que hoy es el retablo que enmarca al Cristo de la Expiración. En el ático, el enmarcamiento de la representación de Dios Padre sigue teniendo dos opciones, una con columnas y otra con formas curvas y rectas, que será la que finalmente se plasme; lo que sí se define es una pequeña cornisa que corona dicho enmarcamiento, dándole aire arquitectónico. En el primer cuerpo, la columna salomónica se esboza inicialmente con faja o friso ornamental, luego suprimido, y lo que se define es la cornisa secundaria que corre por detrás de esa columna salomónica y que es soportada por la columna más pequeña que flanquea el arco del camarín, y que corre por el interior de ese camarín o ábside.
Definido ya una línea de cornisas menor que corre igualmente por el interior del camarín, se van esbozando posibilidades estéticas e ideas, como la idea de compartimentar dicho camarín con pilastras que ingletean dichas cornisas, opción que aparece en la mitad derecha y que finalmente fue desestimada.
Otros planteamientos paralelos son los de la columna salomónica y la cornisa que corre por detrás, que hace eliminar la pilastra posterior a dicha columna, algo que aparece esbozado en este apunte, y que cortaría dicha cornisa menor. Finalmente se opta por esbozar un "puente" al entablamento de la columna salomónica, con lo que el inglete de dicho entablamento perdería masa y resultaría más aéreo, dando coherencia arquitectónica al hecho de que la columna no tuviera pilastra y de que la cornisa menor corriera por detrás a media altura de la misma, rasgo éste que aparece en el retablo mayor de la Iglesia de Santa María la Blanca, de Sevilla, obra del S. XVII. También se esboza un elemento muy importante; la voluta que sirve de trancisión entre el tramo recto de la cornisa y el curvado, en forma de "orejera" que termina de cuadrar y realzar la curvatura y partición del arco. (Continuará..)